viernes, 19 de marzo de 2010

FOTOS DE LA DESTRUCION


FOTOS CUIDADO DE LA NATURALEZA


FOTOS NATURALEZA


DESTRUCCION

Saiba que la deforestación y la eliminación o la destrucción de grandes áreas de bosque o selva tropical, que sólo ocurre por muchas razones, como la explotación ilegal de madera, los desastres naturales, la urbanización, y la minería. Y con que hay varias formas de eliminación de bosques, o la quema o el corte de árboles. Incluso la deforestación ocurre en el mundo, ahora sabemos que la deforestación es una cuestión crítica en los bosques lluviosos del Amazonas, porque es la única gran bosque en el mundo que siguen vigentes.

La especies de plantas y animales están desapareciendo a ritmo alarmante, pero tienes una idea, los expertos midieron la destrucción de la selva amazónica en 756 kilómetros cuadrados, de los efectos de la deforestación son duraderos y devastadores. La totalidad de especies de insectos y animales están desapareciendo a causa de la destrucción de sus hábitats. Esa deforestación puede causar grandes inundaciones, los desastres, y los científicos creen que la deforestación es un desastre de efectos significativos sobre el cambio climático o el calentamiento global. Sabemos que la deforestación se debe a las actividades humanas con la explotación de la madera, con el corte de árboles para la utilización de la madera, los grandes camiones y equipos que llegan al bosque a talar árboles para la exportación.

La cubierta forestal es importante para el ecosistema del bosque, porque la población alberga y protege las plantas, los animales e insectos, que también protege el suelo del bosque, lo que frena la erosión del suelo. El sector agrícola es otro factor que conduce a la deforestación, claro, ya que los agricultores de tierras para la siembra de semillas o la creación de los animales y, a menudo, la deforestación de grandes áreas por medio de fuego y la tala. Agricultores limpiar la migración y el empleo hasta una zona forestal de la tierra se degrada, en apoyo de su cosecha, limpiar y luego transferido otra parte del bosque, donde la superficie abandonada es tocado, la reforestación puede suceder, se tardan muchos años más hasta volver su estado original.

Sabemos que es otro factor que los embalses de plantas hidroeléctricas que causa mucha controversia, sabemos que la energía es importante para la población, sino que también contribuye a la deforestación de los bosques. Sin embargo, los componentes de la construcción de esta estructura se encuentra no sólo tiene efectos negativos sobre el medio ambiente, sino que se abre el área para la explotación de la madera, más carreteras y la construcción de una represa hidroeléctrica, cuántas hectáreas de tierras a ser inundadas, provocando la descomposición y liberación de gases que causan el efecto invernadero. Y muchos residentes locales pueden ser desplazados por proyectos de represas, la deforestación provoca por lo que cuando se basan en otras áreas. Incendio, accidentes cuando se libera, destruyendo grandes áreas de bosque rápidamente. Las zonas de exportación de la madera son más susceptibles a incendios debido al número de árboles muertos y secos. Los inviernos son suaves y los veranos son más largos por lo tanto, causando el calentamiento global y los incendios forestales.
Destrucción de la naturaleza

CUIDADO DE LA NATURALEZA


Nuestra más frecuente relación en verano con la naturaleza y el más alto riesgo de deterioro de la misma por el fuego, la contaminación y otros factores, nos obligan a una especial consideración y a una llamada de atención sobre nuestro comportamiento con la misma. El cuidado de la naturaleza y del medio ambiente no es sólo cuestión de aficiones, medio de vida para unos pocos o una moda como otra cualquiera, que pasa. Es una obligación de todos y una responsabilidad en relación con los demás: con nuestros coetáneos y con las generaciones siguientes.

El Papa Benedicto XVI, en su última Encíclica Caritas in veritate, que trata del desarrollo, dedica un amplio espacio al ambiente natural o medio ambiente, porque la relación del hombre con el medio ambiente y sus deberes están íntimamente relacionados con el desarrollo.

La doctrina de la Iglesia sobre el medio ambiente parte de una de las primeras verdades de nuestra fe; a saber, que Dios ha creado el mundo para todo el género humano. Todos los hombres y mujeres de todas las épocas y lugares tienen el derecho, la obligación y la vocación de cuidar la naturaleza, cultivarla, hacerla producir, usar sus recursos, compartirlos con la presente y con las futuras generaciones y alabar a Dios por estos dones.

Los dos vicios que se oponen a esta doctrina son: Por una parte, la consideración de la naturaleza como un tabú intocable, cuando Dios la ha creado para el servicio del hombre y no al revés. Por otra parte, el abuso egoísta, irresponsable e insolidario de los recursos de la naturaleza.

El Papa dice que la naturaleza lleva dentro una especie de “gramática, que indica finalidad y criterios para su uso inteligente”. Su uso representa para nosotros una responsabilidad para con los pobres, las generaciones futuras y toda la humanidad.

El correcto uso de la naturaleza no se consigue sólo con medios técnicos. Es necesario un cambio efectivo de mentalidad, un nuevo estilo de vida, frente al de tantas personas hoy dominadas por el hedonismo y el consumismo.

El Papa pone de relieve la necesidad de una ecología humana, porque parte del principio de que también la persona humana pertenece a la naturaleza; más aún, es la destinataria de sus recursos. Por otra parte, los comportamientos humanos influyen positiva o negativamente en la naturaleza. Lo vemos claro en el caso de las guerras, el acaparamiento de recursos, como el agua, la energía, las materias primas…

«Para salvaguardar la naturaleza no basta –dice el Santo Padre– intervenir con incentivos o desincentivos económicos, y ni siquiera basta con una instrucción adecuada. Éstos son instrumentos importantes, pero el problema decisivo es la capacidad moral global de la sociedad.

Si no se respeta el derecho a la vida y a la muerte natural, si se hace artificial la concepción, la gestación y el nacimiento del hombre, si se sacrifican embriones humanos a la investigación, la conciencia común acaba perdiendo el concepto de ecología humana y con ello de la ecología ambiental…

El libro de la naturaleza es uno e indivisible, tanto en lo que concierne a la vida, como a la sexualidad, el matrimonio, la familia, las relaciones sociales, en una palabra, el desarrollo humano integral».

“La Iglesia –continúa el Papa– tiene una responsabilidad respecto a la creación y la debe hacer valer en público. Y, al hacerlo, no sólo debe defender la tierra, el agua y el aire como dones de la creación que pertenecen a todos. Debe proteger sobre todo al hombre contra la destrucción de sí mismo... El sistema ecológico se apoya en un proyecto que abarca tanto la sana convivencia social como la buena relación con la naturaleza”.

Es necesario que todos nos decidamos a establecer una especie de alianza con el medio ambiente, que nos lleve a usar y tratar la naturaleza responsablemente, de modo que dejemos a las próximas generaciones una tierra habitable y cultivable.

LA VIDA DE LA NATURALEZA


En términos científicos, y para la Física y otras ciencias afines, la vida hace referencia a la duración de las cosas o a su proceso de evolución (vida media, ciclo vital de las estrellas[2] ).

En Biología, se considera la condición interna esencial que categoriza, tanto por sus semejanzas como diferencias, a los seres vivos. En general, es el estado intermedio entre el nacimiento y la muerte. Desde un punto de vista bioquímico, la vida puede definirse como un estado o carácter especial de la materia alcanzado por estructuras moleculares específicas, con capacidad para desarrollarse, mantenerse en un ambiente, reconocer y responder a estímulos y reproducirse permitiendo la continuidad. Dichas estructuras biomoleculares establecen un rango de estabilidad que permite que la vida sea continuada, dinámica y eventualmente evolutiva. Así pues, los seres vivos se distinguen de los seres inertes por un conjunto de características, siendo las más importantes la organización molecular, la reproducción, la evolución y el manejo no espontáneo de su energía interna.

En la Medicina, existen distintas interpretaciones científicas sobre el momento determinado en el que comienza a existir la vida humana,[3] por tanto, según las convicciones religiosas o ideológicas y los imperativos legales, la vida existe desde que se fecunda el óvulo[4] o desde que ya no es posible legalmente el aborto,[5] hasta el cese irreversible de la actividad cerebral o muerte cerebral. Se define también la vida vegetativa como un conjunto de funciones involuntarias nerviosas y hormonales que adecuan el medio interno para que el organismo esté y responda en las mejores circunstancias a las condiciones del medio externo, funciones que parecen estar regidas por el hipotálamo y el eje hipotálamo-hipofisario.[6]

En Cosmología, aún no se conoce ni se sabe si será posible conocer la existencia de vida en otros lugares del Universo distintos de la Tierra, pero científicos como el ya difunto divulgador Carl Sagan piensan que, probabilísticamente hablando, y teniendo en cuenta las condiciones necesarias para la vida tal como la conocemos, el cosmos es tan inmenso que se hace necesaria la existencia de, incluso, civilizaciones avanzadas en otros planetas.[7] La ecuación de Drake es un intento de estimación inicial del número de civilizaciones existentes fuera de la Tierra.[8] Una serie de proyectos científicos, los proyectos SETI, están dedicados a la búsqueda de vida inteligente extraterrestre. Por otra parte, la reciente teoría de supercuerdas lleva, entre otras conclusiones, a la posible existencia de infinitos universos paralelos en parte de los cuales existirían mundos con vida idénticos al que conocemos, así como también, en otros universos, mundos con variaciones respecto al nuestro desde sutiles hasta totales, dentro de un enorme —aunque finito— abanico de posibilidades.

Desde la perspectiva de la Psicología, la vida es un sentimiento apreciativo por las interacciones del ego con el medio, y, por reacción a dicho sentimiento, la lucha por sostener su homeostasis en estado preferente.